El 13 de octubre de 1987, el presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara, fue asesinado. Durante cuatro años encabezó una transformación en su país que incluyó una reforma agraria que redistribuía la tierra de los terratenientes feudales a los campesinos para duplicar la producción de alimentos. En un país cuya economía se basa en la agricultura de subsistencia, puso en marcha un plan de autosuficiencia agraria para prevenir hambrunas y planeó plantar 10 millones de árboles para combatir la desertificación. Para todas estas ideas decidió romper con los organismos internacionales de crédito, que hasta entonces imponían las recetas económicas a Burkina Faso (Cuando asumió la presidencia se llamaba Alto Volta, nombre surgido del colonialismo).
Fue el plan económico más ambicioso de un país africano sumido en la pobreza extrema. Las reformas de Sankara también incluyeron los derechos de las mujeres. Prohibió dos costumbres que formaban parte de la tradición de esa sociedad: la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado; además de hacer participar a las mujeres en la vida pública nombrando a varias en su gabinete.
Su intento alternativo al de la mayoría de los países africanos que se someten a las recetas del Banco Mundial y el FMI no puede ser evaluado en profundidad porque fue asesinado cuando recién comenzaba a organizarse y mostrar los primeros resultados. Thomas Sankara no tuvo apoyos internacionales y la reacción a sus políticas nacionalistas fue unánime dentro y fuera de su país. El presidente francés Francois Miterrand, simpatizante de las causas socialistas en el mundo, intentó frenar las políticas de Sankara cuando los intereses franceses en la región se vieron afectados. Ese aislamiento llevó a que el gobierno de Burkina Faso endureciera sus políticas internas contra los opositores y diera la excusa que sirvió al golpe que lo derrocó y asesinó.
Su asesino y sucesor, Bloise Campaoré, estuvo 27 años en el poder. Eliminó todas las reformas de Sankara y pidió la ayuda del FMI. Hoy Burkina Faso sigue siendo uno de los países más pobres del mundo y la esperanza de vida de su población es de 49 años. Tres décadas después del intento de Sankara, puede afirmarse que la solución para su país no estaba en el neoliberalismo, cuyas recetas lo mantienen en la extrema pobreza.
En este video producido por la RAI se puede analizar la semblanza de ese intento de economía independiente.