Impulsados por la Cooperativa Som Alimentació, unos 200 valencianos están en la etapa de decidir el predio donde instalarán un supermercado que ofrecerá productos de huerteros locales y alimentos sanos que no tienen lugar en las góndolas de las grandes cadenas concentradoras. El sistema busca mejorar la calidad de la dieta de los asociados y atender las necesidades de los productores de la región. La financiación está autogestionada por la cooperativa que formaron.
“La alimentación es una de las cosas más importantes de nuestra vida, pero hemos perdido el control sobre ella en favor de las grandes empresas. La calidad y sostenibilidad de los alimentos es cada vez peor, lo cual tiene consecuencias en nuestra salud, en la economía y en el medio ambiente. Necesitamos recuperar el poder de decidir qué queremos comer. No es imposible. Numerosas experiencias como la nuestra ya están cambiando la forma en la que comemos. Basta con que nos unamos para volver a poner la alimentación en manos de las personas”.
La declaración de principios de la cooperativa Som Alimentació no deja dudas sobre las convicciones de este grupo de valencianos que aspira a abrir en abril su primer supermercado colectivo gracias al aporte de los asociados y una campaña de financiación que ofrece descuentos a los adherentes.
Los postulados que defiende este colectivo de consumidores se basan en fomentar el consumo de productos saludables, pagar un precio justo, apoyar a los productores locales y fomentar la participación de los consumidores “sin fines de lucro y con espíritu solidario”.
Varios miembros de la cooperativa se han formado en áreas que resultan vitales para la organización. En su consejo directivo hay ingenieros agrónomos, ambientalistas, desarrolladores de cooperativismo, expertos en logística y especialistas en informática, además de un equipo de trabajadores que organiza las ventas on line de los productos y será el encargado de la atención del supermercado.
Para esta experiencia, los consumidores, que comenzaron a asociarse en octubre de 2016, analizaron experiencias similares, particularmente la de Park Slope Food, de Brooklin, Estados Unidos, una cooperativa que nación en 1973 y cuenta actualmente con 17 mil socios. El fundamento del Park Slope es anteponer el bienestar colectivo a los beneficios empresariales.
El capital inicial que calculan los socios que se requiere para abrir el mercado es de 100 mil euros, 40 mil para el acondicionamiento del local, 30 mil para la provisión de fondos y otros 30 mil para la compra de mercadería. Las opciones que encontraron para recaudar esos fondos son la membresía por 50 euros; la posibilidad de salir como aval de un crédito solicitado a una entidad bancaria que apoye la economía social y la oferta de créditos personales a la cooperativa de entre 5 y 25 mil euros, en la que el aportante funciona como un banco solidario que cobra un interés del 3 por ciento anual.
Los socios tendrán beneficios tanto por su aporte económico como por su aporte en horas de trabajo voluntario cuando se abra el mercado. El proyecto es el primer paso para ampliar el cam´po de acción. En el futuro, Som Alimentació piensa expandir su experiencia colectiva a la energía renovable, la vivienda social y hasta un servicio de telefonía comunitario.
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