Cooperativa El Simbolar de Santiago del Estero: “Caemos siempre en las garras del intermediario”

En el departamento santiagueño de Robles, sobre ambas márgenes del Río Dulce, hay centenares de productores populares de hortalizas, que cultivan lo que pueden y como pueden.  Colonia El Simbolar, ubicada a 86 kilómetros de la capital provincial, es uno de esos parajes difíciles, donde los agricultores tienen que pelear con la alta salinidad de los suelos, los caminos de tierra que se vuelven intransitables con las lluvias y la falta de transporte que los obliga a malvender su producción a intermediarios que repiten el esquema explotador que replican en todo el país con los productores primarios.

 

“La mayoría de los agricultores cada año siembran menos variedades y menos extensión de tierras, porque el gran problema es la comercialización. Aquí el problema es muy visible, pero es invisibilizado para los demás. A los  agricultores nos pretenden pagar 0.40 centavos la cebolla, y a pocos kilómetros, la venden a 15 pesos el kilo. Las estafas que siempre nos suceden. Con cheques sin fondos, con transportistas que dicen que volverán a pagarnos cuando terminen de vender, caemos siempre en las garras del inermediario”, explica Paola Escobar, de la Cooperativa El Simbolar, una unión de agricultores familiares y trabajadores independientes de la capital santiagueña, que buscan canales alternativos de comercialización que les permitan subsistir dignamente con su trabajo.

 

Como ejemplo de los abusos que sufren, Paola comenta que la producción de zanahorias de esta temporada se la vendieron a un transportista de Tupungato, Mendoza. “Fue hace dos meses, nos puso un precio de un peso por kilo, todavía no regreso para pagarnos”, se lamenta, y recuerda que a principios de año, los intermediarios les pagaron el kilo de zapallo anco a 20 centavos, el kilo de sandía entre 1  a 1.50 pesos y que las lluvias arruinaron la cosecha de melones.

 

La situación lleva a que los huerteros decidan cultivar cada vez menos, desalentados por un sistema que los obliga a malvender y los margina de la posibilidad de obtener créditos, tecnología, tierras y bocas de comercialización, elementos que les permitirían estar en igualdad de condiciones con otros actores del mercado.

 

Pese a las circunstancias adversas, en la Cooperativa El Simbolar llevan casi una década buscando mejorar su situación y tratan de llegar con sus productos a la capital santiagueña. “Este año, hemos hecho un enorme esfuerzo, para sacar 600 bolsones, con todas las variedades de estación, pero nos faltan las condiciones necesarias para hacerlo semanalmente. Estamos en un proceso de construir una red de distribución. También elaboramos algunos dulces, con los zapallos, tenemos frutales con higos, duraznos, esto es a pequeña escala. No es sencillo de sostener”, concluye Paola.


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