El amigo judío y las políticas de Estado

El futuro gobierno ha definido buena parte de su primer nivel de conducción ejecutiva, integrando a él a algunas de las personas protagonistas de los mayores niveles de agresividad y descalificación del adversario en el conflicto político previo. Este conflicto aún no se da por agotado, si se desprende de la desvalorización sistemática que aparece en el discurso de quien será el Jefe de Gabinete. A ese equipo, sin embargo, se suma quien fuera hasta hoy el Ministro de Ciencia y Técnica, señalando que eso es un reconocimiento a la política llevada en el área, que se califica como política de estado, vale decir: más allá de los partidismos.

La primera imagen que aparece es la remanida del amigo judío, que Cambiemos se apresuró a buscar y encontrar, para negar su posible antisemitismo. Pero para ser realmente serios en el análisis, debemos meternos en el concepto de “política de estado”.

Toda función de gobierno tiene dos componentes que se suman: por un lado, aquello que es imprescindible hacer, para ganarse un mínimo derecho a ser considerado gobierno de la comunidad. Por otro lado, el sesgo instrumental que aplica cada gobierno, en función de los intereses que representa o los sectores sociales que busca beneficiar.

Esto vale para casi cualquier cosa, con aspectos límites.

La política de memoria, verdad y justicia, por caso, tiene un componente de política de Estado casi excluyente, por lo que una vez instalada no tiene muchos matices para diferenciar entre opciones políticas, salvo que alguna reniegue de ella, lo cual sería por supuesto mucho más que un matiz.

La política vial, para elegir uno de tantos ejemplos alternativos, parece que tuviera un solo perfil: es de buen gobierno hacer todos los caminos posibles. Sin embargo, sobre esta consigna, el proceso militar habilitó grandes rutas de penetración al este de Salta para facilitar la compra de tierras a los amigos nacionales o extranjeros; mientras que le tocó a Néstor Kirchner ocuparse de asfaltar la ruta que cruza todo Formosa, eliminando así un aislamiento histórico y del cual ningún gobierno anterior se había ocupado. Unos y otros invirtieron en rutas, pero los resultados fueron bien diferentes.

En ciencia y técnica, para elegir el ejemplo que queremos profundizar, hay un componente de gobierno básico, una política de estado: invertir en equipamiento y en capacitar y retribuir a la mayor cantidad de profesionales y técnicos en el área. Ese componente, sin embargo, comenzó a ser respetado recién en 2003, después de más de una generación de postergaciones. Sobre ese componente ineludible – que tantos eludieron antes – se monta luego una política concreta, como en el caso vial recién mencionado.

Si un gobierno liberal nombra como Ministro de CyT a la misma persona que condujo el sector 8 años en un gobierno de raíz peronista y además señala que lo hace porque las políticas en ciencia y tecnología son “de estado”, algo no cierra.

O quien toma la decisión no conoce los aspectos ideológicos de la gestión previa y cree que la CyT es un aditamento neo elitista, que tiene el mismo perfil en cualquier lugar. O por el contrario, conoce esos aspectos y concluye que se encuadran en su pensamiento liberal. O como variante menor y de poco interés analítico, el protagonista de la continuidad – el Ministro – está dispuesto a adaptar el perfil a un nuevo contexto. Esto último no es valioso para esta reflexión, porque ya pasó varias veces en la historia y su discusión aportaría a las cosas menores de la política.

Veremos la orientación final cuando la conducción del camino que se inicia realmente conozca a fondo lo que se venía haciendo en el área. Si en ese momento, siguen hablando de política de estado, será que nos equivocamos en estos últimos 8 años y no hemos podido perfilar un tratamiento transformador de la ciencia y la tecnología, que maximice el aporte real y potencial a la mejora de la calidad de vida general.

Veremos. Sigámoslo de cerca porque es importante. No creo que nadie en el campo popular esté contento con imaginar que tener grandes laboratorios llenos de científicos sea suficiente para cumplir con una misión, si es que su trabajo no se encuadra más y más cada vez con la atención de las diversas necesidades comunitarias.

Una aclaración final para los distraídos: Nada de lo anterior tiene que ver con los satélites o el trabajo de INVAP, que surgieron de áreas ajenas al Ministerio. Poco también tienen que ver con la muy buena iniciativa del laboratorio de investigación YTEC, que es una sociedad entre YPF y el Conicet formada a instancias de YPF y donde tal vez se juegue el primer partido que permita saber qué quiere decir el macrismo con el término “políticas de estado”.

Buen tema para pensar largamente y estudiar.

Emm/26.11.15

Comentarios

  • Maximilian rey

    Gracias, EM, esto cierra a la perfección con mi pensamiento. Que difícil responderle a «los propios» cuando hablan de traición y a los ajenos cuando me preguntan si estoy contento de que lino se quede. Ni la una ni la otra, es el mantenimiento de una política para la ciencia,y no de una verdadera política cientifica (que es la discusión que se viene dando en el campo popular de a poco, después de haber paliado la catástrofe del 90 reequipando y restaurando rrhh)

    Abrazo

    Maxi



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