Enrique Martínez en CALISA: «Solo podemos tener un proyecto nacional si superamos al capitalismo»

Invitado por la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la FAUBA (CALISA) para exponer en la  apertura de su Curso de Economía Social y Desarrollo, el Coordinador del Instituto para la Producción Popular, Enrique Martínez,  destacó la necesidad de salir de la idea de que el economía social es un “imperativo ético que busca distribuir mejor hacia dentro de las organizaciones, pero esquizofrenicamente compite afuera en los términos que impone el capitalismo” y subrayó la importancia de tomar como eje la lucha por los derechos económicos con la misma convicción que se pelea por los derechos civiles. Aquí les dejamos el video completo de la exposición y un resumen de algunos de sus conceptos centrales.   

“La economía social está inmersa en un sistema de crisis permanente y aún en medio de esa crisis, evoluciona a la defensiva. Tenemos que explicar permanentemente lo interesante, lo valioso, lo necesario de la economía social. Y en los sectores públicos, en los ámbitos decisores, no solo del gobierno actual sino de anteriores gobiernos, la economía social tiene un componente asistencial relevante”.

“No se la identifica por derecho propio como un elemento a defender, a proteger, a sostener autónomamente como se hace con las Pymes, más allá de que los discursos sean sinceros o no. Hasta los gobiernos de derecha dicen que las Pymes son las mayores generadoras de trabajo. Más allá de que después cierran por efecto de sus políticas, el discurso de la derecha no puede ignorar que las Pymes son una entidad a defender”.

“Hoy, después de muchos intentos de todo tipo, básicamente lo que une a todas las experiencias de economía social es el imperativo ético. Vale decir que se trata de repartir los frutos del trabajo comunitario al menos de una manera más equitativa que cuando en la empresa tradicional capitalista se distribuye entre el dueño del capital y sus dependientes. Allí está buena parte del problema”.

«El trabajo con cooperativas busca mejorar la equidad de la distribución de los frutos, pero muy atrás a quedado la discusión de cómo se generan los frutos. Y en qué relación con el resto de la sociedad se generan. Es habitual pensar que un ámbito de economía social tiene que instalar la justicia hacia adentro y se piensa que sería bueno que se instale también en la cooperación con el resto de las entidades con las que se vincula. Pero si esto último no sucede, se piensa que en definitiva las condiciones del capitalismo, del mercado, son las responsables. No es una responsabilidad de la entidad de la economía social”.

«Las entidades de la economía social están en una situación esquizofrénica. Tienen la responsabilidad de repartir entre los integrantes de su actividad productiva los frutos de su trabajo de una manera equitativa y simultáneamente tienen el desafío de competir  con todo el mundo».

«El virus de la competitividad, del discurso de que la salida es para pocos y el más vivo gana y el otro se jode, está metido en las organizaciones.  Hay muchas organizaciones que se proponen ser mejores, ser más piolas porque «el futuro es nuestro». Se piensa: «Nosotros vamos a ser distintos, vamos a ser buenos». Eso los lleva a tener una enorme cantidad de problemas por no habérselos planteado ni como título. No pueden resolverlos porque no entendieron que esos problemas estaban y entonces se dan cuenta demasiado tarde. Esto pasa porque no vamos de lo general a lo particular. Vemos facetas mejorables de lo particular, y creemos que lo que está por encima, la estructura, es ajena».

«El capitalismo está en profunda crisis, no está en condiciones de sostener valores de progreso para ninguna sociedad. En los países que están orgullosos de su calidad de vida, tiene esa calidad de vida porque justamente han ido en contra de las reglas capitalistas. El capitalismo ha perdido toda legitimidad de valores primarios. Es un momento donde necesariamente tenemos que entender cómo nos afecta hoy, repensando eso que hace 50 o 70 años bastaba con enmarcar en términos de imperialismo o nación para tener un proyecto. Hoy sólo podemos tener un proyecto nacional si superamos al capitalismo».

«Siempre se piensa este cambio en términos catastróficos, traumáticos. No es la única manera. Hay que comprender sus limitaciones básicas. La primera y más importante es identificar que el capitalismo ha logrado convencernos de que la democracia política es el mejor sistema. La idea que impone es que es un sistema igual en los países más exitosos y en los menos exitosos. La democracia política, con sus matices, asegura derechos ciudadanos, que se han ido instalando en el mundo. Los derechos civiles tienen un amplio campo para crecer, aún bajo gobiernos como este que no tiene interés en que se desarrollen, tienen que admitir que la sociedad demanda una ampliación de esos derechos y no pueden eludirlo”.

«En la democracia política aspiramos a que los derechos de cada uno tengan identidad y que sean defendibles. Aún en casos de minorías marginales, aspiramos a que tengan derechos. En la realidad económica, nadie tiene derecho a la tierra. En el Gran La Plata, los quinteros tienen que estar reclamando que llevan tres generaciones pagando alquileres con contratos que les impiden hacer casas de material.  Son terrenos sin infraestructura, que se hunden y se van convirtiendo en lagunas en las que cada vez cuesta más cultivar. Ese es el mejor acceso a la tierra que tienen los productores pequeños”.

“La legislación necesaria para superar esta ausencia de derecho no aparece. Es un derecho constitucional pero no le importa a los gobiernos de derecha y al progresismo le importa menos. Durante los gobiernos de Néstor y Cristina hubo la oportunidad de corregir el derecho a la tierra y no se corrigió. La idea es que eso puede esperar.  Hubo pequeños avances, pero el fondo de la cuestión nunca se tocó”.

“Otro punto es el acceso a la tecnología. Si un ciudadano quiere hacer pochoclo y quiere saber cómo hacerlo rico, cuáles son las condiciones para producirlo ¿adónde va? Lo mismo para quienes ya están trabajando con cultivos y quieren mejorarlos. Se ha hecho un culto de lo agroecológico, pero llegan verduras y frutas que no se pueden comer porque no les ponen pesticidas y no saben las técnicas para superar el ataque de insectos. Entonces, la producción llega en malas condiciones. La salida no es oponer la naturaleza a lo industrial, la salida es saber cómo se pueden mejorar esos cultivos con técnicas adecuadas y para eso se necesita del acceso a la tecnología”.

“Tampoco hay acceso al capital. No hay un banco que financie por proyecto en lugar de financiar por patrimonio”.

“Los tres factores necesarios para sostener que hay democracia económica son tierra, tecnología y capital. Hay un cuarto punto, que no es un factor, pero es fundamental. El acceso a la comercialización. Tampoco está. La cadena de comercialización está absolutamente cooptada por el capitalismo concentrado. No hay ningún mecanismo legal ni de ningún tipo que establezca una promoción de la producción pequeña nacional y que contemple canales de comercialización”.

“Estamos en un país con democracia política imperfecta, mejorable, pero aun así existente; pero a los compañeros les cuesta mucho percibir que no hay democracia económica. Y si no hay democracia económica, si no peleamos porque se empiece a pelear por ella, no podemos decir que hay una esperanza positiva”.

“La economía social debe identificar las restricciones que le impiden avanzar, y superarlas. Las restricciones que el capitalismo impone también se las impone a las actividades que intentan buscar caminos alternativos con otra claridad ideológica. Si tenemos derecho a decidir nuestras opciones sexuales o de toda índole civil, tenemos que tener derecho de pelear por  nuestra libertad en el plano económico. Es más, si se accediera a los cuatro puntos formulados, hay una segunda parte: nadie tiene  derecho a bloquear esa libertad”.

“El derecho a vender en una plaza pública hay que defenderlo. Si el gobierno dice que alguien que no tiene posibilidades económicas no puede afectar a quien puede pagar un alquiler por un comercio, está condenando a esa persona a que no pueda vender jamás. Le está quitando un derecho. Se impone un derecho de exclusividad que en lo civil rechazamos y en lo económico defendemos”.

“Si seguimos diciendo que el objetivo del trabajo es el lucro y seguimos diciendo en la economía social que la cuestión es ver cómo se distribuye el lucro de manera más equitativa, estamos habilitando la discusión de conseguir el lucro a expensas de otros. Hay una frase común que dice que se trabaja para ganar plata y que las empresas están para ganar plata. Pero debemos poner al lucro en un segundo plano, bajarlo de la jerarquía de un valor central al que hay que perseguir  ¿Significa esto que tenemos que plantear no ganar plata? No, lo que tenemos que plantear es reemplazarlo por la atención de las necesidades comunitarias”.

 “Si aspiramos a que los valores de la democracia económica tengan vigencia y existan, y aspiramos a que el lucro pierda jerarquía frente a la atención de necesidades comunitarias y aspiramos a que una empresa no se maneje con una ganancia a expensas del valor que agregue otro; estamos dándole a la economía social un fundamento enormemente superior al que hasta ahora le hemos dado. Y sobre todo estamos superando la contradicción de pelear por la distribución equitativa para adentro, pero manejarnos con el esquema capitalista tradicional para afuera”.

“Al capitalismo hay que superarlo, no someterse a él ni maquillarlo. Hacer dinero con dinero no tiene ninguna alternativa que permita una salida dentro del sistema. Los técnicos que discuten si las Lebacs si o no, si las tasas al 40 por ciento, si se debió apelar a otro mecanismo que no sea el Fondo, además de transmitir esas diferencias, deben primero aclarar que no hay salida con este sistema, que no hay una solución capitalista. Eso es central, no podemos seguir discutiendo en la cancha que el liberalismo impone”.

“Hay que sacarse de encima el concepto esquizofrénico de la definición clásica de la economía social.  Para eso hay que pensar de lo general a lo particular para que la economía social adquiera otra envergadura. Lograr que la economía social ya no ses un imperativo ético sino una condición estructural”.

“Para eso hay que poner en marcha el desafío de construir la teoría, pero bajarla a la práctica en términos no dogmáticos. En Latinoamérica no le hemos logrado en ningún lado. Es necesario que el conocimiento y el convencimiento fluya armónicamente entre todos”.

 

 

 


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