Estamos en el primer proceso electoral de renovación presidencial sin crisis económica o sin una bomba de igual tenor debajo de la cama.
La gran mayoría de los argentinos está en mejor situación personal que hace 12 años. Muchos, de esa mayoría, son trabajadores independientes que tienen pocos sobresaltos en su bolsillo o trabajan en empresas que han crecido de manera persistente y no esperan grandes dramas. Los más humildes, a su vez, han recibido contención de un estado de bienestar con una dimensión que no se conocía hace 70 años y que no existe hoy en toda Latinoamérica.
¿Cómo se logró eso? Es fruto de una política económica y social de trazos simples y definidos: Fortalecer el mercado interno, subsidiar a los excluidos o los más desfavorecidos y reducir el endeudamiento externo. Fue exitoso. Tan exitoso, que el conjunto de la población ya considera a la AUH o el plan Progresar o el Procrear como partes del paisaje.
El esquema tiene flancos débiles y tiene asignaturas pendientes. Sin duda. Incluso tiene contradicciones al suponer que las corporaciones multinacionales pueden crecer indefinidamente en el país y los argentinos se pueden beneficiar de ello, siendo que aquellas se orientan siempre por los salarios relativos más bajos.
Pero tiene una meta global que ya se mostró en la práctica: evitar que la economía de mercado, y su tótem central, que es el lucro, sean quienes ordenen la vida de todos los habitantes. No es lo mismo que piensan quienes han estancado Europa, construyendo escenarios de gran pobreza en los países más débiles. No es lo mismo que piensa el mundo de las finanzas norteamericano, que ha dominado esa economía, consiguiendo que los salarios mínimos estén congelados o en retroceso desde hace 40 años. Quienes están ansiosos por meter mano en la economía argentina desde un proyecto antagónico al que Daniel Scioli busca continuar y profundizar, son empleados o en el mejor de los casos admiradores de ese sistema, donde el dinero crea dinero, así sea a expensas de la calidad de vida de millones.
No es casualidad que las acciones de los bancos se hayan disparado hacia arriba ante la posibilidad de que Mauricio Macri sea presidente. El los representa; como representa a las grandes corporaciones mineras, semilleras, comerciales, automotrices.
¿Qué el gobierno 2003-15 mantuvo la ley minera del menemismo? ¿Qué los inversores externos siguen disfrutando de una de leyes más favorables del mundo? Si, así es. Pero no haber cambiado esas normas heredadas es un defecto del proyecto vigente, cuya corrección es asignatura pendiente. En cambio, el PRO comparte esa lógica y la estima virtuosa. Es distinto. Muy distinto.
La vivienda es un problema que excede a los humildes. Hay 3 Millones de familias con problemas. El gobierno nacional lanzó el plan Pro.Cre.Ar que solo aplica hoy a parte de la clase media, pero con una corrección que habilite el acceso a la tierra urbana sin el factor de especulación vigente, puede dar solución general y amplia. El gobierno de la CABA lanzó un programa de garantías para alquilar, que además no funcionó y jamás tocaría los intereses de los especuladores urbanos, que son parte de su apoyo político. Es distinto. Muy distinto.
Los agricultores familiares, los sectores más excluidos, incluso buena parte de las llamadas economía regionales, nada pueden esperar del PRO, que solo tiene como herramienta disponible el crédito y la devaluación, que más que ayudar a esos sectores, los perjudicará seriamente porque acelerará todo proceso de concentración. El anuncio de Daniel Scioli de crear un área de gobierno que se ocupe de la economía popular, además de ser impensable a cargo de su adversario político, es el nuevo espacio de la economía del cual surgirán valiosas formas de abastecimiento de alimentos, de vestimenta, la vivienda social, las soluciones ambientales, la energía renovable distribuida, que darán trabajo a millones de personas, con un protagonismo nuevo, sin antecedentes en el país.
Los cambios positivos si Daniel Scioli accede al gobierno, están por verse, habrá que analizarlos, discutirlos y hasta pelearlos. Pero si es Mauricio Macri el elegido serian ficción pura.
Por eso no es lo mismo, como dicen obcecadamente los indiferentes, que se guían por gestos o temperamentos de los candidatos; como dicen desde Victoria Donda hasta Nicolás del Caño, evitando así una mirada profunda sobre el problema de todos.
Todos debemos optar el 22 de noviembre. Todos y cada uno.
Enrique Mario Martínez /27.10.15