SPREEFELD: EL MODELO COOPERATIVO DE VIVIENDAS DE BERLÍN A CONTRAMANO DEL NEGOCIO INMOBILIARIO

Spreefeld es un barrio cooperativo en el que los propietarios mantienen espacios abiertos a la comunidad para reunirse, festejar cumpleaños, presentar talleres y muestras. Ubicado en la ribera del Río Spree, los tres estudios de arquitectura que lo idearon tuvieron en cuenta la buena convivencia entre residentes e inmigrantes que existe en la zona y trasladaron ese concepto abierto y solidario al complejo habitacional, que fue financiado gracias a una política de acceso a la vivienda para cooperativas residenciales del municipio de Berlín y al apoyo financiero de la banca social, que concentra inversiones para desarrollos comunitarios. Si bien se trata de una cooperativa de 60 socios y un complejo pequeño de 7 mil metros cuadrados, en una ciudad de 3,5 millones de habitantes, la experiencia no es el único modelo experimental de vivienda cooperativa en Alemania e incluso llamó la atención de China, que envío una delegación para analizar la posibilidad de aplicar un sistema similar en ese país.

La zona que rodea a Spreefeld mezcla antiguos edificios industriales con viviendas ocupadas por inmigrantes y costosos desarrollos inmobiliarios. En ese particular cosmos urbano, un grupo de amigos decidió en 2007 iniciar la aventura de adquirir un complejo de tres edificios a orillas del río y convertirlo en una experiencia cooperativa de viviendas a un precio accesible y con la particularidad de que una parte importante de su superficie sea de uso comunal. Una década después, el complejo es una realidad con 60 copropietarios que viven  a orillas de un río demostrando que es posible vencer a la especulación inmobiliaria.

Para llegar a este punto, el grupo inicial de la cooperativa de construcción formó parte del movimiento “Media-Spree Versenken!”, que se oponía a un negocio inmobiliario de oficinas que se había presentado a la licitación el predio de tres edificios en bloque que componen Spreefeld. Esa alternativa cambiaría las características solidarias del barrio, una zona en la que la comunidad hace un intenso uso del espacio público. El propio predio en cuestión era utilizado de manera informal por los vecinos.

Las movilizaciones por ese complejo y otros puntos inmobiliarios de la ribera del río bajo el lema “Spree para todos!” obligaron a las autoridades de Berlín a replantearse el modelo de concesión de predios en la zona. La reacción popular ayudó a poner en marcha una política de apoyo a las viviendas cooperativas, que existe en toda Alemania. Esos proyectos apoyados oficialmente son tanto para vender o arrendar tierras a cooperativas residenciales a un precio más bajo, como para casos en los que el gobierno compra tierras primero y luego las alquila a cooperativas residenciales a precios bajos.

Contrariamente a lo que podría pensarse de un país capitalista líder, Alemania tiene una tradición en este tipo de desarrollos colectivos de viviendas y los municipios suelen tomar en cuenta los proyectos comunitarios en la planificación urbana y las propiedades comunales no siempre son liberadas al negocio inmobiliario. En el caso de Berlín, en los últimos 20 años se han desarrollado un centenar de proyectos de viviendas cooperativas y las estadísticas indican que desde 2014 uno de cada seis hogares se construye mediante algún sistema comunitario.

El municipio berlinés facilitó el acceso a la cooperativa de Spreefeld y los miembros del grupo obtuvieron la financiación necesaria con los créditos de bajo costo de bancos sociales que apoyan iniciativas comunitarias, especialmente en este caso el Umweltbank, que destina fondos a proyectos que cuidan el medio ambiente. En 2014, pudieron comprar el predio. Para pagarlo, los cooperativistas ingresan pagando un anticipo y van cubriendo el resto con una renta mensual cuyo monto va decreciendo progresivamente. Las cuotas iniciales son similares a las que pagan los ciudadanos que reciben viviendas subsidiadas por el gobierno alemán.

Cabe aclarar que el proyecto no debe entenderse solo como un caso experimental por fuera de las necesidades sociales, los cooperativistas de Spreefeld son familias que no calificaban para los créditos hipotecarios convencionales, ni siquiera los de los planes oficiales. Su prioridad era la necesidad de vivienda al mismo tiempo que la idea de convertir la construcción en un hecho colectivo. El metro cuadrado de los departamentos del complejo está valuado en 2.100 euros, un precio que representa un tercio del valor de un inmueble similar en la misma zona.

De todos modos, cabe reconocer que la comunidad de Spreefeld, y Berlín en general, tienen características poco frecuentes en otras ciudades europeas. La cooperativa, por ejemplo, colabora con un grupo de ocupantes ilegales de edificios vecinos suministrándoles la energía excedente de su fuente fotovoltaica. No es una conducta habitual en las capitales de ese continente.

Además de las viviendas, el complejo tiene terrazas con acceso libre para cualquiera que quiera estar en ese lugar con vista al río, una carpintería comunitaria y otros espacios que se usan para distintas actividades de los cooperativistas y del resto del barrio. También hay una cocina comunitaria con utensilios de uso común y espacios individuales para cada copropietario, de modo que pueden elegir entre cocinar para la familia u organizar comidas entre varios miembros del grupo.

Las viviendas cooperativas alemanas, especialmente las de Berlín, son motivo de análisis en otros países. China destinó en agosto de 2018 una delegación del departamento de Organización de la Reforma Urbana, para que estudie la posibilidad de crear un sistema similar al alemán en algunas ciudades chinas. Spreefeld fue una de las experiencias analizadas.


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