Neoliberalismo, democracia económica y el rol de las Pymes y del sector científico técnico en la construcción de una sociedad más equitativa. Dialogamos con el ingeniero Enrique Martínez, coordinador del Instituto para la Producción Popular y uno de los intelectuales más lúcidos del momento.
Por Valeria Montenegro * Especial para Motor de Ideas
Enrique Mario Martínez es ingeniero químico de formación y actual coordinador del Instituto para la Producción Popular (IPP). Fue decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires entre 1973 y 1974; secretario de Pymes en 1986, 1987 y 2001; diputado nacional entre 1999 y 2000 y presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial entre el 2002 y 2011.
¿Cuál es su caracterización sobre la política industrial que está llevando actualmente el gobierno nacional?
Nada absolutamente nada de lo que está haciendo este gobierno es innovador en cuanto a que signifique un cambio de eje respecto a la mirada tradicional del neoliberalismo. Buena parte de las cosas que dice la actual gestión, por no meterse en el de- talle y decir todas, son reiteración de cosas que dijo sobre todo Domingo Cavallo durante el gobierno de Carlos Menem. Esa lógica del neoliberalismo, en la cual el capital -que de por sí en el capitalismo tiene una posición hegemónica- espera que se subordine a él, el trabajo, la tierra, la tecnología y es tan excluyente que considera que hay factores de reproducción fundamentales que no son necesarios.
Algunos factores ¿cómo cuáles?
Cómo la tecnología, por ejemplo. Habrás notado que desde el presidente para abajo al plantear las perspectivas positivas a futuro, se refieren solamente al ingreso de capitales. Ya ni se habla de capitales que se aplican a la industria. Se refieren simplemente al capital. Especulativo o financiero, les da lo mismo. Lo único que les importa es que haya divisas y eso es suicida porque todo lo que no se ocupa no tiene destino.
Estos cambios de rumbos de la economía traen consecuencias directas en la generación del empleo. ¿Cuál es el camino para revertirlo?
Primero cambiando el gobierno, lo cual además implica cambiar el encuadre conceptual, no simplemente cambiar los nombres. Esto significa comenzar a pensar desde la necesidad de la comunidad hacía arriba, no desde el interés del capital hacia arriba. Las necesidades de las comunidades implican una serie de elementos que hay que producir para que la gente tenga una calidad de vida progresivamente mejor, buena parte de las cuales hoy en día ni siquiera se consideran.
La infraestructura de una comunidad más o menos populosa, como todo el Conurbano Bonaerense, el gran Rosario, el Gran Córdoba, el Gran Mendoza, tienen bolsones de miserias que podrían atenuarse sustancialmente si la propia comunidad comenzara a construir su propia infraestructura. Incluso la tecnología ayuda a que elementos históricamente centralizados, como la generación y distribución de energía puedan pensarse como generación y distribución de energía producida en el propio lugar donde se consume. Un gobierno que piense en las necesidades de las personas, puede aplicar estas medidas con relativa rapidez. Es por eso que creo que el tema de la ocupación y el trabajo se pueden reconstruir sin inconvenientes. Lo que sí me parece preocupante es la deuda que el gobierno de Cambiemos nos deja. Este es un tema absolutamente crítico porque nos condiciona históricamente. Es una deuda eterna.
En esta coyuntura las Pymes nacionales están impulsando la Ley de Emergencia Pyme. A su entender ¿esto podría ayudar a apaliar la situación actual?¿Puede aportar a la reconstrucción del entramado productivo?
Lamentablemente no y por varias razones. Primero las Pymes siempre centran su demanda en la solicitud de créditos y en la reducción de impuestos. Nunca en la posibilidad de hacer o impulsar entramados productivos que se vinculen con la co- munidad. Si no quieren pensar en la comunidad, bueno pensemos en la figura del consumidor desde una lógica capitalista. Pero nada de esto forma parte de una Ley Pyme.
A la vez es necesario que las pequeñas y medianas empresas no aspiren solo a ser proveedoras de las grandes corporaciones como sucedió, por ejemplo, con las incipientes industrias de autopartes. Cuando estas consiguieron posicionarse como provee- doras se consideraron satisfechas en su desarrollo pero con el tiempo las corporaciones las fueron reemplazando, aprovechando la coyuntura, por proveedores internacionales. Esto nos dejó una integración nacional automotriz paupérrima.
Lo que sí se necesita es crear un banco que financie no solo a las Pymes, sino a los nuevos emprendedores, a aquellos que tengan una buena idea productiva para que, con una buena evaluación, puedan despuntar. Esto es un banco de fomento de verdad.
Usted habló de emprendedurismo. En ese punto me gustaría detenerme ya que es un concepto en el cual Cambiemos pone el acento. Hay autores críticos al neoliberalismo que plantean que la idea de emprendedor en verdad responsabiliza directamente al individuo por lo que puede y por lo que no puede lograr. Esta figura de “Emprendedor” de la cual tanto habla la actual gestión ¿se puede contraponer con la noción de productor de la economía popular?
Son dos vertientes claramente diferenciables. El emprendedor exitoso, según este gobierno, es el que tiene la acumulación del capital como meta y en consecuencia es exitoso porque gana dinero en cualquier condición, sea agente de bolsa, agente inmobiliario o como comerciante. Yo creo que la economía popular pasa por la atención de necesidades comunitarias. La atención de estas necesidades rara vez es conseguida por intentos individuales. Se puede considerar un intento individual a un plomero o un peluquero, pero una organización de producción de alimentos que piense en poner alimentos de calidad y de buen precio a un a disposición de los que menos tienen eso es un intento de la economía popular que no pasa por la cabeza del emprendedor capitalista que postula este gobierno.
En ese sentido la economía familiar adquiere un rol diferente.
Sí, porque ningún emprendedor familiar está detrás del lucro. Está detrás de vivir de su trabajo y tiene como objeto la subsistencia digna. El gobierno pasa por la lógica de creer que a ese emprendedor, a esa empresa familiar, en algún momento la ab- sorberá o desplazará un capitalista que está organizado bajo la lógica científica de la acumulación del capital. Que son reglas salvajes en ese sentido.
En el marco del gobierno anterior, que usted mismo caracterizó como un Estado de bienestar, planteo en un serie de debates y conferencias la noción de “hacer donde no hay”. ¿Cómo se puede encarar esta premisa en el actual contexto entendiendo que estamos bajo la órbita de neoliberalismo?
Se puede aplicar incluso a escala municipal. Vos sabes que luego que dejé el INTI comencé a impulsar la formación del Instituto para la Producción Popular (IPP), una asociación civil que intenta colaborar en soluciones de trabajo yen la generación de trabajo de los sectores más humildes. A lo largo de estos últimos cuatro años hemos recibidos consultas, muchas de las cuales fueron de municipios. Ellos tienen menos dinero pero tienen las manos más libres, en términos conceptuales y entonces la posibilidad de desarrollo local, la posibilidad de “hacer en donde no hay” desde la ejecución municipal se puede lograr. Aquel que adquiere la lucidez suficiente a escala de ejecución municipal lo puede concretar. Conozco algunos casos exitosos y otros que están intentando este camino por su cuenta, sin esperar que baje el dinero de la Provincia o de la Nación.
En su nuevo libro “Ocupémonos” aborda la noción del Estado Transformador ¿Cuál es la característica de este Estado? ¿Esto está relacionado con la democracia económica?
Lo que quise demostrar en el libro es que el Estado de Bienestar, como un Estado que intenta condicionar la estructura heredada a favor de los más humildes, no cree en la necesidad de cambios sustanciales en la estructura y este tiene sus límites. Choca contra una pared que caractericé con dos variables macroeconómicas significativas que son las restricciones externas de divisas -y no me equivoque porque ese es el nudo alrededor del cual gira el neoliberalismo-y la inflación. Estas dos cosas deben ser corregidas sino la sociedad vive en permanente zozobra y para lograrlo hay que hacer cambios estructurales. A eso califico yo como un Estado Transformador, un Estado que se anima a esos cambios que plantean un corrimiento del eje: desde el lucro a la atención de las necesidades comunitarias como prioridad. Esto se da de manera progresiva. De ninguna manera pienso en medidas extremas como expropiar, estatizar o expulsar capitalistas, si no ir superando el sistema vigente con esquemas más inteligentes y con una lógica diferente. Básicamente es poner la atención en la comunidad en el centro. A eso llamo yo Estado Transformador.
Y esto tiene que ver con el concepto de democracia económica…
Si. Llamo democracia económica a algo que aún no está vigente a tal punto que no le prestamos atención política. ¿Qué es la democracia económica? Un sistema que garantiza a cada ciudadano acceso al trabajo, la tierra, al capital. Un sistema en el cual si la persona necesita tecnología, va a contar con un sistema público que lo puede ayudar. Todo esto, más un canal fluido de acceso a los consumidores, son derechos que hoy en día no están garantizados y le dan al trabajador la posibilidad de sostener que hay democracia económica en Argentina. Si no existe democracia económica no tendremos uno sociedad distinta.
¿Hay algún país que este cercano a la aplicación de la democracia económica?
Hay varias experiencias que están en transición y de los cua- les se puede aprender. Ninguno de estos dice no ser capitalista. Todos reciben a las inversiones de otros países como positivas en cuanto que traen trabajo y generan tecnología. A diferencia de nosotros que a las inversiones las condicionamos para que no nos traigan problemas en la balanza de pago.
Además de respetar al capital, esos países respetan a los ciudadanos, a la comunidad y entonces construyen esquemas de salud, de educación apoyan a los pequeños empresarios, a las cooperativas. Algunos ejemplos son Austria, Suiza, Holanda, Bélgica y Canadá. Nosotros desde el IPP estamos recopilando experiencias de construcción en ese sentido que emergen de catedrales del capitalismo como lo son Inglaterra o Estados Unidos, en donde la gente advierte con inteligencia que el sistema llega a su límite y algo hay que hacer.
El problema es la búsqueda de alternativas…
Sí, pero fíjate lo que pasa en Argentina. Uno de los temas más importantes de la clase media es el tema de la vivienda. Esto ocurre en todo el mundo, sobre todo en las grandes ciudades, porque el suelo es finito, se concentra en pocas manos y es pro- ducto de la especulación inmobiliaria. Entonces un país capitalista como lo es Singapur, con desarrollo capitalista financiero principalmente y que también esta con problemas de vivienda, decidió estatizar la tierra. O en Londres, en donde se benefician los espacios que se destinan para la compra y construcción colectiva de viviendas y poseen políticas para impedir que alguien que construya bajo ese paradigma su vivienda la venda en condiciones especulativas
Estas condiciones aún no están en la ley pero ocurren en Estados Unidos, en Londres, en Singapur y en otros países. Hay que acumular fuerza política y lucidez de los compatriotas. Esto es lo que llamo en el libro “la subjetividad social” y la subjetividad es muy importante.
En relación a los que está planteando tenía una pregunta sobre el sector científico tecnológico pero me gustaría preguntarle por el individuo, por el técnico, por el tecnólogo. ¿Cuál debería ser su rol para aportar a este Estado Transformador?
El sector científico técnico ha sido trabajado ideológicamente tanto como cualquier otro sector de la sociedad. Como los dirigentes obreros que traicionan a sus bases o como los diputados que se concentran más en sus intereses que en defender a los ciudadanos, el sector científico tecnológico ha tenido un punto de fuga en la academia a puertas cerradas. Una academia en permanente contacto con el exterior y que en el peor momento coyuntural buscó un lugar para trabajar fuera del país. Eso sucedió en el 66, en el 76, en las épocas de las hiperinflaciones y vuelve a suceder en estos momentos. Esta es una situación de la cual no dispone un trabajador del sector metalúrgico o alimenticio y eso lamentablemente quiebra la solidez ideológica del sistema científico técnico.
Que lo que digo no se malinterprete. No estoy en contra de los compañeros del sector, para nada. Un viejo amigo me dijo hace mucho tiempo, en la década del 70, que cuando uno critica a los científicos por estar en la torre de cristal, primero tiene que preguntarse como hubiesen sobrevivido si no hubieran hecho eso. Es decir, si alguien de las ciencias confronta con la ideología dominante, teniendo en cuenta que es esa ideología la que le tiene que dar los recursos para trabajar, todo se torna muy complicado. Aun así, han crecido ámbitos de opinión y discusión- desde las ciencias y un mayor involucramiento social. Nosotros en el INTI tuvimos lo que algunos califican como la edad de oro del Instituto y pudimos construir durante varios años un vínculo con los sectores sociales y brindar la asistencia los más necesitados.
Pero en este momento se cree que esto no es lo que necesita el INTI o el INTA. O también se piensa que el CONICET debería buscarse sus recursos para trabajar a partir de asistir a grandes corporaciones. Progresivamente va a quedar claro que el científico y el técnico que quiera trabajar en la Argentina necesita aglutinarse y construir tejidos, vínculos, con los sectores populares y lo mismo a la inversa. Los sectores populares tienen que res- petar más a los científicos y tecnólogos porque en el momento en el cual los científicos quedan solos, la economía popular también se quiebra porque no tiene apoyo tecnológico. Muchas de las empresas recuperadas en el país se cayeron porque no han tenido apoyo técnico y no lo han querido buscar. Creyeron que la historia digna de su trabajo era suficiente, pero luego descubrieron que la propia experiencia laboral no alcanza que necesitan apoyo en la parte administrativa o para lograr la innovación tecnológica.
En esta coyuntura en la cual “achican” Ministerios y se despiden a cientos de trabajadores del sector científico ¿Qué pasa con los cuadros técnicos que fueron formados por el Estado por diez, quince, veinte años y que hoy en día están boyando en un mercado laboral que no los puede absorber?
Hace treinta años muchos de ellos se iban a trabajar a Brasil, porque tenían un desarrollo tecnológico muy atrasado en relación a la Argentina. Entonces físicos, químicos, matemáticos, meteorólogos fueron recibidos con los brazos abiertos. Hoy el sistema científico técnico brasilero ha crecido muchísimo y real- mente le va a costar a los argentinos hacer el aguante en Brasil. Algunos irán a Chile, que está más endeble, algunos a México, como paso en el pasado, pero algunos van a tener que relativizar su posición si se quedan en la Argentina o se terminaran yendo al mundo desarrollado a trabajar en alguna universidad.
¿Y un país como Bolivia?
Bolivia lo necesita pero la cultura científica tecnológica argentina no respeta el medio boliviano, ni el peruano, ni el ecuatoriano. Ellos están muy atrasados en la organización de su sistema científico técnico y los cuadros técnicos argentinos no están acostumbrados a organizar un sistema. Están acostumbrados a trabajar en un sistema que otro organizó o a usar solo los recursos del Estado. Por eso los años del kirchnerismo fue- ron tan apreciados por los científicos, no porque hubieran programas sociales de envergadura sino porque había recursos y se los apoyaba.
¿Está faltando la autogestión del sector?
Exactamente. Y comprender que si hubiera un organismo como el INTI en Bolivia, sería absolutamente valorado. No sé si en Bolivia lo valoran aun, pero en Venezuela, cuando todavía Chávez vivía, se valoraba mucho el aporte del INTI y del INTA al país, lo veía como algo imprescindible. Pero lo que se logró en Venezuela se desarmó. Ellos tienen una situación de acoso internacional que no pudieron controlar y tienen problemas serios.
Sobre la divulgación de la ciencia y la tecnología, durante su gestión en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, fue uno de los grandes impulsores de la comunicación de los desarrollos técnicos. ¿En este Estado Transformador sigue estando vigente la popularización de la ciencia y la tecnología o se da una lógica de retroalimentación entre los sectores populares y los técnicos sociales?
Creo que hay que recorrer un camino original porque la ciencia en todo el mundo, aun en el mundo desarrollado, tiende a enclaustrarse como una mirada muy elitista sobre la vida. Hay muy pocos investigadores que llegan a conclusiones que pueden contárselas a sus vecinos. Ellos deben asumir que aumentar los conocimientos es tan importante como compartirlos. Compartirlo es saber cómo compartirlo y expresarlos correctamente- porque al aumentar los saberes se aumentan también las categorizaciones con las que abordamos la realidad.
Muchos científicos no logran compartir la categorización de la realidad de manera que se pueda trasladar fácilmente al ciudadano común. En “Ocupémonos” se trata este tema, se lo pone sobre la mesa, porque es un libro pensando ampliamente, para que todo aquel que quiera leer sobre economía y política pueda hacerlo sin sentirse disminuido por el lenguaje académico. Buena parte de las cosas que dice el libro están fundadas en Marx, en Keynes y Polanyis. Explicamos los conceptos y demos- tramos que somos buenos alumnos de aquellos porque lo traducimos a la acción cotidiana. Ese es el desafío que tiene cualquier científico y tecnólogo en la Argentina. Hay científico que, en el país y en el mundo se solazan haciendo lo contrario, volviendo su saber de una manera criptica y nadie sabe que es lo que hace.
Finalizando me gustaría saber ¿cómo se imagina una comunidad ideal?
Por momento estamos muy lejos y por momentos a la vuelta de la esquina. ¿De qué se trata una comunidad ideal? De administrar los conflictos entendiendo que no hay nada más impor-tante que el interés de la comunidad. Una vez que esto se entienda, las cosas se mueven con otra fluidez.
Al mismo tiempo es difícil salir sin liderazgos sociales pero hay que evitar caer en la trampa de convertir a los líderes en mito. Me parece que esta es una tendencia que se da en Argentina y en el mundo. Hasta los franceses, que tienen una cultura política enorme, también terminan nombrando presidente a un tipo que no tiene experiencia, que a los pocos meses los traiciona y eso es fruto de que se han ido perdiendo las categorías, las categorías intelectuales y que avanzó el capitalismo. Hay que superar el capitalismo y para ello es necesario poner el lucro en segundo plano. Eso es innegociable para esta sociedad ideal.
* Periodista. Licenciada en Comunicación Social
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Omar
Felicitaciones! …»Por momento estamos muy lejos y por momentos a la vuelta de la esquina»….ESO ES ESPERANZA basanda en la REALIDAD! y no en la ilusión, agracias Enrique.