Las familias que habitan las 3.300 viviendas de Colonia Esperanza, un barrio de las afueras de Madrid, han ideado un sistema colectivo de calefacción que mediante una sala de calderas centralizada reduce el costo de la energía a la mitad y baja notablemente las emisiones contaminantes de gas. Los vecinos, que están nucleados en una cooperativa, consiguen el gas a un precio menor que el de las grandes distribuidoras que operan en España porque lo gestionan directamente con el gobierno de Argelia. Una experiencia de producción popular de energía que vale la pena conocer.
En 1989, la comunidad de Colonia Esperanza inauguró el parque de calderas para uso doméstico más grande de España. Fue el resultado del trabajo de las 3.300 familias de un complejo de viviendas ubicado en uno de los barrios más jóvenes de las afueras madrileñas. Las cinco calderas que alimentan las necesidades de calefacción de las casas son atendidas por la cooperativa formada por la comunidad.
Esa cooperativa tenía una historia de lucha en la zona, asociada a la estafa que sufrieron en 1967 los pioneros del barrio que habían depositado sus ahorros en las cuentas de una empresa que les prometió terrenos y la construcción de viviendas que nunca hizo. Los estafados formaron la cooperativa y lograron que el ayuntamiento y el Ministerio de Vivienda les facilite las tierras y las casas a un costo más bajo que el del mercado.
La unidad vecinal se mantuvo y los vecinos comparten gastos por el uso común de jardines, mantenimiento vial y calefacción. Para ahorrar costos en este último rubro, idearon un sistema de calderas que habitualmente utilizan las fábricas y que permite una óptima calefacción de las viviendas, que tienen 110 metros cuadros en promedio. A la vez, consiguen un precio mucho más bajo por el rendimiento y la capacidad de la instalación, capaz de producir 25 millones de kilocalorías por hora. Esas características les permiten a las familias asociadas pagar facturas de unos 58 euros mensuales en los meses de invierno, menos de la mitad del promedio anual del gasto de un usuario común.
Pese a que se trata de calefacción por energía convencional, el sistema rompe con dos premisas habituales del lucrativo negocio energético: es la comunidad y no una corporación quien regula sus necesidades energéticas y decide las inversiones, y no depende del precio fijado por las grandes empresas distribuidoras. Para lograr este segundo punto, la cooperativa junto a otras organizaciones vecinales de la región gestiona la compra de gas directamente al gobierno argelino. Esa independencia les permite comprar el combustible cuando el precio es más conveniente y les significa un ahorro extra.
“Consideramos que disponemos de una instalación modélica, eficiente, considerablemente más barata que la mayoría de las de nuestro entorno, y de la que debemos sentirnos orgullosos todos los vecinos que la disfrutamos”, sostienen con orgullo en la página web oficial de Colonia Esperanza . Mientras proyectan una nueva mejora mediante válvulas instaladas en cada radiador individual para regular el consumo de cada casa. De este modo, cada familia podrá cerrar las válvulas de las habitaciones que no usen, cortar el suministro si se van de viaje, regular la temperatura y accionar las válvulas a distancia.
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