Enrique Martínez: “La solución a la concentración sectorial es respetar la existencia de los pequeños productores e incentivar su sustentabilidad”

(Por Estefanía Cendón)* El actual coordinador del Instituto para la Producción Popular (IPP), Enrique Martínez, plantea la necesidad de fortalecer nuevos mecanismos de producción, distribución y acceso a alimentos de calidad. El rol protagónico del Estado, la Economía Popular y la Ciencia y Técnica en la “reconstrucción de la Argentina”.

Junto al ex presidente del INTI Motor Económico recorrió las góndolas virtuales de “Tod@s comen”: el portal de comercio electrónico, con distribución puerta a puerta, que ofrece más de 200 productos alimenticios originados en pequeñas empresas familiares, cooperativas y movimientos campesinos. “La intención es mostrar que es posible colocar a disposición de los consumidores estos productos con calidad y precios enteramente competitivos con cualquier sistema, ya sean los comercios de proximidad como los supermercados”, sostuvo Martínez.

Con respecto al sistema agroalimentario argentino, el coordinador del IPP destacó que uno de los factores más importantes de la inflación en los alimentos es la dependencia de la especulación internacional en el precio de ciertos productos que exportamos. Siguiendo la actual pulseada por alcanzar precios accesibles, enfatizó: “Las cadenas de valor que abastecen a los frigoríficos mercado internistas, o las que abastecen a los molinos harineros, están totalmente superpuestas con la actividad de los exportadores y dependiendo de ellos. Esta situación no la van a poder resolver los actores privados:el Estado tiene la responsabilidad de imaginar mecanismos para separar unas líneas de otras. Por ejemplo, financiando la siembra del propio trigo que van a moler aquellos que no tienen vocación de exportar”.

Otro de los temas abordados por el ex decano de Ingeniería de la UBA es la preocupación de las organizaciones populares por la distribución de sus productos, así como el rol de los pequeños productores en la reconstrucción de nuestro país. “La solución para la alta concentración sectorial pasa por respetar la existencia de los pequeños productores e incentivar su sustentabilidad. Hoy esos pequeños productores de alimentos no se sientan en ninguna mesa de negociación, prácticamente los funcionarios no los conocen. Los gobiernos deben advertir que hay centenares de productores en regla y en condiciones de brindar productos en calidad y precio, pero hay que cuidarlos y garantizar que tengan el capital de trabajo adecuado”, declaró.

El ingeniero expresó que algunos de los desafíos actuales de la economía popular son “producir con eficiencia y atender con regularidad a un mercado ampliado”. “El rol de la Ciencia y Tecnología es enorme en este proceso de transformación. Desde el IPP desarrollamos un trabajo complementario mediante un estudio, a pedido del Ministerio de Ciencia y Tecnología, sobre la posibilidad de crear Parques de Producción Social que albergarían sectores con dificultades para integrarse en el capitalismo tradicional”, anunció el tecnólogo al finalizar el reportaje.

MOTOR ECONÓMICO: ¿Qué es el Instituto para la Producción Popular?

Enrique Martínez: Es una asociación civil creada hace siete años, luego de que quienes promovemos este espacio nos retiramos de la actividad pública. La asociación se dedica a tratar de encontrar soluciones o caminos en la búsqueda de trabajo digno para los sectores más humildes. En este sentido trabajamos en varios planos, pero desde hace tres años nos ocupamos centralmente de la temática alimentos. No sólo hemos construido teoría, a través de numerosos documentos e investigaciones sobre cómo mejorar el abastecimiento de alimentos y controlar la inflación de precios en los alimentos, también nos hemos involucrado como trabajo práctico de escala en una experiencia de distribución directa de productores a consumidores que estamos llevando adelante.

ME: Disponer de alimentos de calidad y a precios accesibles es una de las preocupaciones de los argentinos. ¿Cuál es la función del portal web «Tod@s comen»?

EM: Nosotros hemos recorrido un largo camino hasta encontrar hace pocos meses, en febrero se puso en marcha, un sistema de distribución puerta a puerta a través de la oferta de productos alimenticios expuestos en un portal de comercio electrónico. Se incluyen alimentos que no necesitan cadena de frío, lo que se conoce como productos de almacén, de los cuales hoy tenemos más de 200 productos en nuestro portal. Los mismos son originados en pequeñas empresas familiares, cooperativas o diversos movimientos campesinos. La intención es mostrar que es posible colocar a disposición de los consumidores estos productos con calidad y precios enteramente competitivos con cualquier sistema, ya sean los comercios de proximidad como los supermercados. Además, se establece un mecanismo que abastece en todos los puntos de la república con el mismo precio final. Hemos realizado una especie de alquimia con el monto mínimo de compra que nos permite compensar y absorber algunos fletes, por lo que el consumidor de La Rioja o Jujuy paga lo mismo que el porteño por cualquiera de los 200 productos.

ME: ¿Cómo es el vínculo con los productores que desean unirse a este sistema?

EM: Estamos muy entusiasmados porque hemos sumado productores simplemente por el hecho de que la gente percibe que el portal existe. Los productores ofrecen su participación, pero también hemos realizado un acuerdo con la provincia de Tucumán para sumar productores de dicha provincia al portal. Asimismo, habilitamos la posibilidad de que escuelas agrotécnicas de la provincia de Buenos Aires ofrezcan sus productos a través del portal y no en el pequeño nicho local en donde estaban acostumbrados a trabajar. La gente percibe la facilidad de llegar al domicilio de cada uno desde nuestro punto de distribución en el Mercado Central de Buenos Aires. De esta forma se van sumando y planifican el consumo, ya que el tiempo de entrega no es inmediato. En Capital y Gran Buenos Aires llegamos en dos a tres días, en capitales importantes de las provincias se tarda entre cinco y seis días, mientras que en localidades más pequeñas se puede demorar hasta dos semanas (como máximo)una vez que se realiza el pedido y se encuentra pago.

ME: Es un sistema que, además de que los costos de distribución no son volcados al precio final, ayuda a incentivar a las economías regionales a través de los acuerdos que están desarrollando.

EM: Es así. La logística es una preocupación de las organizaciones populares que se ocupan de estos temas. Nosotros descubrimos que era importante dirigirnos no a aquellos que se ocupan de distribuir elementos a larga distancia, sino dialogar con una empresa del segundo pelotón, una empresa mediana, que ya tiene años de experiencia en distribución de paquetería de comercio electrónico y que nos resolvió el problema a través de un tarifario. Este tarifario lo hemos adoptado a través del pedido mínimo, que se hace mayor a medida que la gente se aleja de la ciudad de Buenos Aires, y que permite que nosotros absorbamos como Proyecto Social una parte importante del flete. Quiero destacar que no nos consideramos un proyecto económico. Somos un proyecto social, donde nuestro lema es «Todos comen» y tenemos como sublema el «Consumo Popular organizado». Eso pretendemos hacer.

ME: ¿Cuáles son los límites que presenta el sistema agroalimentario argentino en las condiciones actuales en que está planteado? ¿Es posible alcanzar la soberanía alimentaria bajo este esquema?

EM: Se han generado algunas situaciones que son mutaciones de problemas que la Argentina arrastra, en algunos casos, desde hace un siglo. Desde la carne hasta las harinas, pasando por los aceites, las frutas y verduras tienen distorsiones de producción y comercialización con matices. Por ejemplo, en este momento estamos pensando que debemos pagar la carne en función de la rentabilidad que los exportadores sostienen por la carne que venden a China u otro país. ¡Eso es ridículo!, a consecuencia de que se han ligado el mercado nacional e internacional por la poca capacidad que tiene la enorme fracción de ese sector que nunca exportó un kilo de lomo, ni tiene la intención de hacerlo, sino que abastece al mercado interno para proveerse de su propia hacienda para faenar.

Las cadenas de valor que abastecen a los frigoríficos mercado internistas o las que abastecen a los molinos harineros, que tampoco exportan harina o trigo, están totalmente superpuestas con la actividad de los exportadores y dependiendo de ellos. Esta situación no la van a poder resolver los actores privados, por lo que el Estado tiene la responsabilidad de imaginar mecanismos para separar unas líneas de otras, por ejemplo, financiando la siembra del propio trigo que van a moler los molinos que no tienen vocación de exportar. Si el molino se integra verticalmente y produce su propio trigo ya no tiene razones para depender del precio de trigo en Chicago.

Ahí sí encuentro una negociación virtuosa posible, porque el Estado puede ofrecer financiación generosa y a buenas tasas con la condición de hacer transparente todos los costos de la cadena y que el molino mercado internista no tenga ningún contagio con la variación de los precios internacionales. Esto vale para cualquier otra actividad y, si ponemos inteligencia y cuidado en separar una cosa de la otra, al menos habremos logrado eliminar uno de los factores más importantes de la inflación en los alimentos que es la dependencia de la especulación internacional del precio de ciertos productos que exportamos. Esto no es absolutamente generalizable a todos los productos.

Por ejemplo, las frutas y verduras tienen una lógica distinta asociada en gran medida a una producción con mucha presencia de micro emprendedores que dependen de gente que les arrienda su tierra en dólares, o sea que deberían tener acceso a la tierra. Es necesario asegurar una política donde la tierra sea de quien la trabaja y también intervenir, a continuación, en el espacio de comercialización que se encuentra tan atomizado, donde cada verdulero está obligado a generar márgenes que distorsionan aún más los precios de los productos. No hay cadena de valor más llena de intermediarios e ineficiencias que la producción de frutas y hortalizas.

ME: Se habla mucho de la «Reconstrucción Argentina». Mencionó varios puntos que tienen que ver con ese proceso, como fortalecer el mercado interno o garantizar esquemas de distribución coherentes con los sistemas productivos. ¿Qué otros cambios son necesarios?

EM: Diría que el principio general es no resignarse a suponer que los ganadores que generó el Neoliberalismo sean los únicos interlocutores que debe tener un gobierno popular. Casi que el neoliberalismo instaló en la cultura, no sólo de los liberales sino también de los gobiernos populares, que hay ganadores y perdedores permanentes. La solución para la alta concentración sectorial pasa por respetar la existencia de los pequeños productores e incentivar su sustentabilidad. Hoy los pequeños productores de alimentos no se sientan a ninguna mesa de negociación, prácticamente los funcionarios no los conocen.

Con “Tod@s comen” intentamos poner sobre la mesa la posibilidad de una muy diversificada canasta alimenticia y con enormes dificultades, ya que los pequeños productores no están acostumbrados a atender a una demanda regular, lo que es necesario ir incentivando. Los gobiernos debenadvertir que hay centenares de productores en regla y en condiciones de brindar productos en calidad y precio, pero hay que incentivarlos, cuidarlos y garantizar que tengan el capital de trabajo adecuado.

Sector por sector hay que evaluar qué hacer para poner a los pequeños productores en conexiones de abastecer como actores importantes en el mercado alimenticio, con los cual se limitaría la posibilidad de manipular los precios por parte de un puñado de empresas que son aquellos que hoy se están sentando permanentemente a negociar con los funcionarios. Este mecanismo, hoy más que nunca, no tiene sentido.

ME: La Economía Popular tiene un lugar importante al interior de esa necesaria reactivación productiva. ¿Cuál es su visión con respecto a las políticas orientadas desde el Gobierno para la formalización del sector? ¿Sobre qué áreas es necesario avanzar?

EM: Hay que recorrer el largo y duro camino de producir con eficiencia y atender con regularidad a un mercado ampliado. No es solamente vender entre nosotros, las ferias esporádicas no resuelven el problema, necesitamos el abastecimiento regular de sectores importantes de la población entre los que se encuentran los más humildes, las clases medias y acomodadas. Para todos ellos debe haber un producto que los satisfaga y tenga singularidad.

En nuestro portal eso está y no hemos podido sumar una proporción apreciable de productores de la economía popular. Aún esta economía debe transitar por la etapa de formalización de sus productos y entender que, por ejemplo, la solución de los cartoneros no consiste en que tengan un subsidio más importante por lo que hacen, de manera tal de acercarse a la canasta familiar, sino que se integren en una cadena de valor como trabajadores con otra dignidad. La solución del cartonero es dejar de ser cartonero y pasar a ser trabajador con trabajo de calidad, digno, para eso hay que repensar todo el sistema. Pagarle un salario a un cartonero que apenas llega a la canasta familiar implica que el procesador del cartón tiene cartón barato, los mismo el procesador del papel o el plástico.

El que gana es el procesador. Esas cadenas son capitalistas y hacen que no se incentive el trabajo de miles de compañeros humildes a los cuales queremos apoyar y, la manera de hacerlo, es transformar su trabajo. Con respeto, creo que esto los movimientos populares no se lo han planteado con suficiente rigor. Hablamos de actividades que surgieron de la exclusión del capitalismo y que no hay forma de perfeccionarlas sino que, en su gran mayoría, hay forma de transformarlas para bien de los trabajadores de la economía popular. Eso se hace a fondo o no se hace.

ME: ¿Cuál es el rol de la Ciencia y la Tecnología en ese proceso de transformación?

EM: El rol es enorme. El trabajo complementario que estamos haciendo desde el IPP mediante un estudio, a pedido del Ministerio de Ciencia y Tecnología, sobre la posibilidad de crear Parques de Producción Social que albergarían sectores con dificultades para integrarse en el capitalismo tradicional. Además, incluiría a los sectores cuyos resultados sea beneficioso para el conjunto de la sociedad: por ejemplo, aquellos que trabajan para mejorar el ambiente o la generación de energía renovable. Ese trabajo lo entregamos hace pocos días y analizamos junto al MINCyT una segunda etapa, que será de un año, por lo que se han seleccionado cuatro posibles localizaciones de Parques de Producción Social donde, por ejemplo, uno de ellos tendrá prioridad significativa la recuperación de residuos urbanos y el reciclado de materiales recuperados de extremo a extremo: reformulando el rol del cartonero y el rol de los trabajadores populares en las industrias transformadoras de aquellos que se recupera.

ME: ¿Qué otras ramas productivas incluirían estos Parques de Producción Social?

EM: Tenemos la idea de incorporar el otro gran reciclado pendiente de hacer que es el reciclado de bienes durables, como los electrónicos, componentes automotrices o de la industria electrodoméstica. Ese es otro parque que está en proceso de diseño y avanzado con empresas del sector. Otro espacio pendiente es la informática usada para mejorar la calidad de vida nacional. En este momento estamos orgullosos de exportar centenares de millones de dólares de trabajo de informática, pero es destinado a bancos extranjeros y empresas extranjeras. Algo está mal si tenemos tanta capacidad de exportar informática y tan poca capacidad de generar redes informáticas que le sirvan a la población argentina. En esta segunda etapa del trabajo que estamos avanzando también nos importa dedicarnos de manera significativa al primer trabajo juvenil. Creemos que si el 40% de los jóvenes hoy está desocupado y sin esperanzas serias de poder conseguir un empleo hay que formular esquemas que vengan, incluso, de la ciencia, la técnica y la colaboración empresarial para entender cómo los jóvenes se integran con funciones nuevas y útiles para la sociedad. Este trabajo que encara el Ministerio de Ciencia y Técnica pone sobre la mesa ideas desafiantes que vale la pena estudiar.

*Nota publicada originalmente en Motor Económico el domingo 6 de junio.

Comentarios

  • María Cristina

    Es una pena que el gobierno subsidie a las grandes empresas e ignore las buenas ideas de la producción popular. Convertir esas fuerzas en comñetencia sería el deber del Estado. No es posible la competencia entre grupos de poder concentrados. Tampoco es posible pedirles, hablarles con el corazón, al decir de algunos. Dentro del capitalismo, no hay otra salida que la que uds proponen. ¿Por qué no son escuchafos?
    Saludos cordiales!



Dejá un comentario

Tu dirección de correo no será publicada. (Campos obligatorios *)


You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>