La economía que vendrá

El punto de partida

Sin fundamentarlo aquí, aunque puede explicarse y ampliarse todo lo necesario, admitamos que estamos en una meseta, con tensiones que provienen de:

  • La vocación de mejorar la equidad a través del aumento del salario real y el subsidio a los más débiles, se enfrenta a los límites que establecen, por un lado lafortaleza de los empresarios más poderosos, en una estructura productiva muy concentrada y extranjerizada, para apropiarse de los mayores salarios a través de la inflación y por otro, la dificultad que la inflación genera para mantener el poder adquisitivo de los subsidiados, así sea a través de déficit fiscal que no va a inversión pública. En síntesis: el salario real se estanca o cae.
  • La balanza de pagos vuelve a aparecer como una restricción al crecimiento, ya que las divisas generadas por las exportaciones y las inversiones extranjeras no alcanzan para atender las importaciones, el giro de utilidades y los servicios de la deuda externa.

Esos son los dos planos objetivos de problemas que, además,  se amplifican porquela sociedad tiene memoria inflacionaria y devaluatoria, en escenarios donde los desenlaces han sido traumáticos. Ante las dificultades, la sociedad reacciona con expectativas negativas, aún antes de conocer los números, que son mucho menos complicados que en cualquier etapa anterior de los últimos 40 años. El gobierno, por su parte, concentra su atención exageradamente en quienes buscan tomar ventaja de los problemas, como si eso no fuera esperable en el sistema económico vigente en el mundo y transmitiendo la sensación que descalificar a los especuladores fuera la herramienta principal disponible.

La Salida

En términos macroeconómicos, la recuperación del crecimiento depende de dinamizar la inversión. Sin embargo, eso no garantiza que se pueda retomar el camino de una mayor equidad, ni que se resuelva la restricción externa. Este es el punto clave, al momento de adecuar el proyecto iniciado en 2003 a las circunstancias actuales: no bastará con “cualquier” inversión. Quiero decir: es crítico elegir quienes serán los actores financieros o productivos de la nueva etapa, para no comprar ningún espejismo que vuelva a poner en marcha una calesita, que el ciudadano común ya conoce tan bien que ni siquiera intenta sacar la sortija.

Crecer con la inversión extranjera como hegemónica se puede.  Por un tiempo. Hace décadas que sucede y en buena medida por eso estamos hoy penando.

Cubrir los faltantes con préstamos externos se puede. Pero implica casi vivir en libertad vigilada, que se convierte en prisión sin depender siquiera de la conducta del vigilado. La memoria colectiva también sabe de esto.

Podemos y debemos hacer uso de la experiencia acumulada y animarnos a abrir nuevas picadas, hasta convertirlas en avenidas modernas. Disponemos de una ventaja notoria: la importante riqueza relativa de nuestro suelo,  nuestro subsuelo y hasta la disponibilidad de sol y vientos singulares.

Así, cuatro grandes proyectos pueden convertirse en los ejes centrales para recuperar el camino, reduciendo los obstáculos enunciados de modo permanente.

1 – Sumar masivamente a la comunidad argentina al capital de YPF.

La cifra que se requiere para desarrollar plenamente el potencial de Vaca Muerta y recuperar la autonomía energética es importante. Sin embargo, estamos en una situación paradojal: buscamos con ansiedad inversores extranjeros y simultáneamente la masa de divisas en manos de ciudadanos del país no deja de aumentar. Su stock supera ampliamente las necesidades, no sólo de inversión, sino, además, del aporte que se requeriría para dar solidez al frente externo.

YPF sostiene –y con razón– que dispone de la tecnología necesaria. Podría en todo caso, contratar operadores complementarios, sin otorgar concesiones de explotación. Simultáneamente, inversores internacionales que están en condiciones de optar por las mejores oportunidades del mundo, como George Soros, compran ávidamente acciones de YPF en Bolsa. Nada impide, en este marco, que YPF emita acciones en dólares, sin derecho a voto – para que el Estado no pierda el control dela sociedad- con renta mínima garantizada –digamos 5% anual – y suscribibles por ciudadanos residentes.

Dejando los detalles técnicos menores a un lado –todos resolubles– por este camino millones de argentinos podrán ser los protagonistas de la recuperación energética, ganarán dinero y contribuirán de manera decisiva a eliminar larestricción externa. No sólo no hay nada que lo impida, sino que todo lo aconseja.

2 – Replicar la iniciativa con una empresa de producción de energía eólica con mayoría estatal y 100% capital nacional.

El potencial eólico argentino puede llevar con comodidad a que este aporte sea el 20/25% de la matriz energética. Las inversiones necesarias serían no muy superiores a 10.000 millones de dólares. No hace falta abundar: se puede repetir enteramente el esquema presentado para YPF, con el agregado positivo que latecnología necesaria puede ser casi enteramente nacional, en términos inmediatos.

3 – Introducir con fuerza a los actores cooperativos como protagonistas de la agricultura y la agroindustria.

Es cierto que la Argentina produce alimentos para más de 400 millones de personas. También es cierto que el superávit externo del sector primario y laagroindustria compensan nuestro déficit industrial, al que recientemente se sumó el energético. Pero esa potencia y las ventajas relativas que ella implica nos han hecho simplificar nuestros análisis, eliminando o ignorando diferencias internas de buena parte de las relaciones del sector con el consumo nacional y ha profundizado los efectos de la concentración productiva y el abastecimiento de materias primas críticas.

El agro argentino es noticia para los habitantes urbanos y para buena parte de los funcionarios públicos, centralmente por los dólares que ingresan al exportar y, en buena medida, sólo por eso. No sólo no es justo para el conjunto de los protagonistas, sino que ha conducido y sigue conduciendo a tener agujeros negros en la política, que nos perjudican a todos.

Debe formar parte esencial de una política agropecuaria fortalecer a los numerosos actores existentes con dimensión comunitaria, articularlos e instalarlos en el centro de la escena. Centenares de cooperativas agropecuarias, los 250.000 miembros dela agricultura familiar, sumados a otros centenares de cooperativas de servicios públicos que pueden agregar su experticia de distribución y comercialización final, constituyen un sujeto marginado de la política, pero que están ahí, esperando acciones que los independicen de las corporaciones comercializadoras, industrializadoras o exportadoras. A ellos les corresponde diseminar las producciones primarias con armonía por el país e industrializarlas para abastecer el consumo nacional, sin una lógica de abuso de posición dominante. Luego, enseguida, a ellos les corresponde alcanzar presencia en la exportación.

Los instrumentos están disponibles, su costo es sólo transitorio, porque el crecimiento de estos actores revierte en desarrollo, crecimiento y recaudación impositiva nacional. Es posible -y necesario- diferenciar aquellos con las raíces enla tierra y en sus pueblos, de aquellos otros cuyo único fin es el lucro.

4 – Instalar la consigna “Un lote para todos” y disponer los recursos para diseminar cooperativas de construcción por todo el país.

La falta en el país de tres millones de viviendas confortables es una medida bien directa de una asignatura pendiente. El esfuerzo hecho a través del Plan Procrear es encomiable, pero parte de un error de diagnóstico: financia a compradores de bienes sometidos al control de los especuladores en tierras desde siempre, con lo cual una vivienda no es accesible a los sectores populares. Además, cada operación refuerza el poder económico de los especuladores.

Para resolver todo el problema se necesita urbanizar 100.000 hectáreas diseminadas por el país, a partir de comprar tierra agrícola y cargar sobre ella sólo los costos de la parcelación y  la infraestructura básica. Esa tarea puede y debe estar a cargo de los municipios, con financiación nacional, con la posibilidad de formar cooperativas de construcción que sean apoyadas de igual modo. Los 2.5 millones de lotes que se podrán generar deben ser vendidos a  largo plazo a quienes necesiten vivienda, con condiciones simples de establecer para que no se conviertan en fuente de beneficio por la transferencia de propiedad.

Los montos a manejar son mucho menores que cualquier alternativa actual, quenecesariamente debe contemplar el beneficio abrumador de quienes están sentados sobre la tierra necesaria y de las empresas de construcción que, a través de licitaciones públicas, suelen operar a costos inadmisibles.

Debemos convertir a la vivienda en un derecho básico más allá del discurso.

Síntesis y conclusiones

Administrar una economía nacional es mucho más que lo presentado, por supuesto. Pero poco sentido tiene concentrar la mirada en tasas de interés, volumen de reservas de divisas, negociaciones con Brasil sobre la industria automotriz o tantos otros detalles operativos, si la estructura sobre la cual se monta esa gestión nos conduce, inexorablemente, a crisis periódicas.

Los cuatro ejes aquí presentados -de manera sintética-  si generan hechos en el corto plazo, cambian sustancialmente:  el escenario de la balanza de pagos; el mapa de la agroindustria; las expectativas sobre equidad social. Eso se consigue por un único hecho: sumar masivamente a fracciones de la comunidad argentina como protagonistas de la economía, asociando este protagonismo a sus vidas mismas. A partir de ese nuevo plano, se pueden pensar de otra manera los cambios necesarios en laindustria automotriz, la electrónica, las exportaciones de granos y todo otro espacio concentrado y trasnacionalizado.

Dos de los proyectos los financiarán básicamente los ciudadanos. Los otros dos requieren apoyo financiero y técnico que son comparables a los esfuerzos quehasta ahora se han hecho en materia productiva,  sólo que con un foco distinto.

Sumar para consolidar. Cambiar para recuperar impulso.


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